El cliente E. Busken by Jeroen Brouwers

El cliente E. Busken by Jeroen Brouwers

autor:Jeroen Brouwers
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788417375812
editor: De conatus
publicado: 2022-10-05T00:00:00+00:00


… yo limpiar aquí. Hacer cama, señor. Una mujer tocada con un pañuelo gris que le llega por debajo de la barbilla y que solo deja al descubierto ojos, nariz y boca. Los tres fragmentos de piel tienen el color del tabaco negro, la picadura potente que fuma Herman. Está ocupada en ajustar un paño mojado en una escobilla de goma, con el mango en posición vertical frente a su figura regordeta, las manos enfundadas en látex rojo, con una de ellas me da un golpe en el brazo, en el hombro, lo que me despierta sobresaltado. No es aconsejable que se me toque sin avisar cuando estoy ausente sin ver ni oír nada. Puede dar lugar a traumas y turbulencias en mi unidad interna de cuidados mentales. Esta mujer es una persona alóctona. No digas nunca «negro», insiste Babet, es hiriente y racista. Es mejor decir «de color». «Moreno» tampoco vale porque tiene el mismo problema que negro, la gente no tiene la culpa, son personas normales como tú y como yo y como Herman y como los judíos, por poner otro ejemplo, qué culpa tienen. «Alóctono» también es denigr-como-se-diga para personas que vienen de fuera, hay que decir «persona no occidental o con antecedentes migratorios». Blanco es blanco. Durante su lección magistral sobre el cambio lingüístico contemporáneo, que radica en sustituir unas palabras por otras sin que se modifiquen los conceptos, como por ejemplo cambiar «paciente» por «cliente», «interno» por «alojado o huésped», «morir» por «irse», una evolución que personalmente considero descabellada e innecesaria dado que hace peligrar la claridad, lo cual desapruebo tajantemente en mi condición de usuario lingüístico lúcido, Babet se metió en la cavidad bucal un puñado de cacahuetes garrapiñados con pimentón y mientras seguía hablando los fue recogiendo uno a uno con la mano porque se le había olvidado que no tenía con qué masticarlos. Los colocó encima del periódico alrededor de los dientes de su prótesis inferior. En el cuarto que me ha sido asignado en este asilo, junto a la puerta del pasillo, que está abierta, de modo que cualquier paseante puede echar una ojeada en el interior y verme a mí tumbado en la cama, lo cual me desagrada, hay otra mujer. Sin pañuelo, occidental, cabello rubio canario, las manos también enfundadas en látex rojo, aferradas al tubo de un ruidoso aspirador. De un puntapié, zas, apaga el aparato y a continuación grita algo al pasillo. Entra con muchos aspavientos la persona cuidadora llamada Sjoerd, deshaciéndose en reprimendas aun antes de cruzar la puerta: ¿Me puede explicar qué está haciendo, señor Busken? Sabe perfectamente que durante el día no está permitido tumbarse en la cama. ¿Acaso está usted enfermo? ¿No se encuentra bien? De ser así, tendría que haber llamado al timbre, que para eso está. Se ha metido en la cama vestido de arriba abajo y con el calzado puesto, señor Busken, esto no está bien visto aquí, y usted lo sabe. Al parecer, me apellido Busken. La primera letra de mi nombre de pila debe de ser una E.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.